Pues mira, ¿recuerdas cuando sentiste un fuerte pinchazo en una pata? Yo te piqué, pero no para hacerte daño, si no para que levantaras tu pata, ya que estabas a punto de meterla en un pozo y probablemente te la habrías lastimado. ¿Recuerdas también cuando te llevaste por delante aquel enorme hormiguero? Mis amigas podrían haberte atacado y matado, pero yo intercedí por tí. Les expliqué que estás viejo y miope y que todo había sido un accidente, no habías tenido intención de hacerles daño. ¡El problema fue cuando resbalaste en el barro, me arrastraste contigo, me hundiste y casi me aplastas!, pero por suerte pudimos salir juntos.
Y, sin ir más lejos, ¿con quien estarías hablando ahora y compartiendo tus sentimientos si yo no estuviera aquí?
Tienes mucha razón hormiguita, es muy importante estar acompañados. El problema es que a veces ni siquiera nos damos cuenta de que tenemos a alguien al lado nuestro, quizá porque es chiquito, o diferente o porque nos creemos superiores a él. Pero a veces él nos ayuda a no meter la pata, aún cuando para eso deba causarnos algún dolor, nos defiende de la agresión y se la juega por nosotros y, si por ahí nos hundimos juntos en el barro de la vida, también juntos salimos de él.
j.e.d.c. - 07/11/2002
No comments:
Post a Comment